viernes, 18 de octubre de 2013

¿De cuándo soy, de dónde venimos?


Con el fin de confundirnos más, se nos viene repitiendo una serie de carajas que no tienen algún sentido. Que si todo comenzó con una explosión primigenia, que antes del principio no había nada, que somos polvo de estrellas…, que fuimos construidos por una especie de Entidad todopoderosa, inmortal y todo bondad…, que unos seres venidos de las estrellas nos construyeron para que fuésemos sus esclavos; pero ¿Quiénes los crearon a ellos? ¿Quién creó a ese Dios todopoderoso y desde cuando viene existiendo? ¿Desde cuándo existe el Tiempo y nuestro Universo? ¿De dónde somos?

Esas preguntas querido lector ya las tienes respondidas dentro de ti mismo. No es necesario que vengamos nosotros ni ningún otro a decirte de dónde procedes, conociendo, como ya conoces quien eres. Tú has existido siempre y has estado siempre aquí, en el único Universo infinito que viene existiendo desde siempre, porque jamás hubo un principio y jamás habrá un final. La existencia es como una rueda que girara por toda la eternidad. Una rueda que jamás nadie la puso ahí porque siempre existió.

Los Gnósticos denominan al Mundo Original, del que estamos hablando, como el Pleroma. El Pleroma podríamos decir que es como un inmenso océano de Éter donde se están tranformando, de continuo, partículas cuánticas en forma de minúsculas cuerdas unidimensionales de energía. Ese Universo sobre el que se sustenta nuestra propia Realidad y de donde somos originarios, a nuestra limitada experiencia, parece algo caótico y desorganizado; pero nada más lejos que eso. El Pleroma es este mismo Universo donde actualmente vivimos; pero funcionando a una frecuencia vibratoria muy diferente de la actual, muchísimo más alta.

El infinito océano multidimensional del Pleroma funciona como una sola Unidad cósmica sin dimensiones y donde el Tiempo es algo proscrito; dado que jamás tuvo un comienzo ni jamás tendrá un final. Ese Océano, del mismo modo, está infinitamente dividido en partículas extremadamente diminutas y con consciencia propia aunque compartida con la totalidad de sus inteligentes y divinas hermanas. Esas partículas pueden funcionar de muchas formas: de forma absolutamente individual, en grupos colectivos de mayor o menor número y como una Unidad o un Todo. A esa Inteligencia Colectiva, algunas religiones vienen a denominarla Dios, el Gran Arquitecto de Universos y de muchas otras formas más.

Todos los seres, minerales, vegetales, animales, humanos y angélicos, que vivimos en el Mundo de lo Real somos ingentes colonias organizadas de individuos tan diminutos y aparentemente efímeros como las partículas denominadas neutrinos. Esos seres poseen una inteligencia celestial conectada con la totalidad del cosmos pleromático; pero además, esa colectividad, posee una consciencia individual de origen divino. Toda separación entre objetos o personas es solo aparente pues el Éter, Campo de Higgs gustan de denominarlo ahora, nos une y compenetra hasta en lo más profundo de nuestras partículas cuánticas y que como algún avispado escritor de ciencia ficción vino a bautizarlas como “Midiclorianos” el origen de la Fuerza en las películas de La Guerra de las galaxias.

La consciencia nuestra, la tuya procede de ese Océano y de ningún otro lugar, dado que no existe otro lugar. Somos prisioneros de nosotros mismos, dado que estamos conectados con todos, en una infinita prisión sin dimensiones ni fronteras y venimos existiendo desde un tiempo anterior al tiempo hasta un tiempo más allá del tiempo y que no es Tiempo. Mi forma original, tu constitución es, ¿Cómo diríamos? Maleable, cambiante y esféricamente celestial. Los seres del Pleroma no tenemos una forma determinada y antes de que desembarcáramos en el mundo de lo real, no nos preocupábamos por una forma concreta, fuese cuadrúpeda u homínida. Nos era indiferente. Ese Océano según Stanislaw Lem "Solariano" de partículas inteligentes y conscientes, al que falsamente denominamos como Caos es nuestro verdadero Hogar. Ya descubrimos, con anterioridad, lo que somos.

Comprendemos, ahora, que venimos de un hermoso lugar donde no existe el espacio ni el tiempo y donde los seres que allí habitamos tomamos una forma u otra, según conveniencia, compuesta de colonias inteligentes e inmortales, unidas por el cemento del Amor. Esas consciencias individuales, agrupadas, pueden actuar como si fueran una sola y es lo que da lugar a la Consciencia de la Colonia. Todos los seres de aquí, del mundo de la realidad aparente, estamos constituidos de colonias conscientes, inmortales que prestan su consciencia de unidad celular para formar una consciencia colectiva y a la que conocemos como Consciencia del Ser Humano, del perro, la hormiga o del propio Sol. El Cómo y por qué vinimos a este lugar conocido como Mundo es algo que veremos muy pronto. Espero que, querido Amigo, te encuentres preparado para aceptar la Verdad, la única verdad y que por eones nos viene siendo ocultada tanto a ti como lo fuera, en tiempos, a nosotros, los Invisibles.

OJOS