miércoles, 4 de diciembre de 2013

Leyes de Causa-Efecto, Karma-Dharma y la relación de la Epigénesis con el Destino



Que todo efecto, en nuestro espacio-tiempo actual, es consecuencia de una causa es algo tan evidente que nadie se atrevería a desmentirlo; pero que las causas negativas (Karma) y las positivas (Dharma), de otras vidas anteriores, se vuelvan en contra o a favor nuestro no queda tan claro aunque parezca una deducción lógica de las leyes de Causa y efecto.

Por otro lado se encuentran los predeterministas que opinan que el destino está plenamente escrito y que podemos actuar como nos venga en gana dado que estamos predestinados a hacer y ser lo que somos sin modo de poder cambiarlo. Es decir que el Destino es inamovible dado que se encuentra escrito y no se puede borrar.

Como vemos existen dos posiciones completamente opuestas: La que determina que estamos sujetos a la Rueda de la Vida (El Samsara) y que lo que somos es única consecuencia de nuestras acciones pasadas así como que lo que podamos ser dependerá de aquellas y de las actuales de nuestro presente; es decir, si actuamos de mal modo de forma consciente, cargaremos con las consecuencias de dichas acciones hasta que enmendemos el error en esta u otras vidas; por el contrario, si actuamos de forma positiva, también de forma consciente, esas obras vendrían a actuar como un borrador que fuese eliminando el mal creado Karma, y la Posición que determina que hagamos lo que hagamos nada cambiará porque alguna divinidad decidió, en algún instante, que nuestro Destino debía estar sellado, firmado y rubricado.

OJOS dice que las dos versiones son absolutamente falsas y que la Verdad posee algo, muy poquito de ambas.

La Historia y nuestra experiencia nos indican que no por ser mejores o peores personas viviremos mejor o peor y que nuestras acciones recaerán sobre nosotros como espada de Damocles. No es así, el déspota y tirano podrá vivir lujosamente hasta los noventa o cien años sin algún remordimiento de consciencia y el bueno, educado, humilde y laborioso podrá morir a los cincuenta o sesenta sin que haya recibido, en vida, recompensa alguna. La Vida está llena de muchos ejemplos irrefutables y esto es lo que algunos aducen para no creer en Dios, dado que si existiera un dios bondadoso no debería permitir tales canalladas y tienen razón, toda la razón del mundo.

El Destino está escrito por nosotros mismos, por nuestro Dios Interno, el de nuestro Corazón y nuestro Ángel Guardián, de la Luz y de la Sombra, que nos guiará de forma callada por el camino que conduce a nuestro Destino Final; pero… sí, hay un pero dado que solo está escrito el guión no la Comedia completa. De algún modo es como si viniésemos a este Mundo con un guión al que ceñirnos, una especie de memoria BIOS básica; pero donde cada intérprete debe de improvisar. Esa improvisación es denominada por Los Invisibles como Epigénesis y que pueden, de hecho lo hacen, cambiar los acontecimientos de forma radical, aunque nunca el resultado definitivo.

La Epigénesis es la consecuencia de la lucha e interrelación entre el alma Inmortal, perteneciente al Espíritu y el alma mortal, del que forma parte nuestra Personalidad arraigada al plano material. Desde que nacemos hasta que cruzamos el Umbral, la Muerte, existe en nosotros una permanente lucha entre las naturales tendencias del Espíritu hacia lo elevado y de la Personalidad hacia lo mundano.

¿Estamos condenados a reencarnar? Evidentemente si, si no despertamos del profundo trance en el que nos encontramos y paramos el disco rallado de la Vida, bajar del escenario en el que nos encontramos. Porque lo que conocemos, de forma impropia como reencarnación, no es otra cosa que un bucle que se repite de forma ininterrumpida; pero donde siempre hay ciertas variaciones como en “El Día de la Marmota”. De hecho, como vimos la Muerte no existe más que como una especie de reflejo de algo verdadero y que solo sentimos los que nos consideramos vivos. El partir para el otro mundo jamás es sentido por el Viajero Cósmico como tal, dado que él procede a seguir su vida en otros ciclos sin sentimiento de haber partido del lugar de origen, sino que sigue en su actual vida tal cual, sin remordimientos, penas u otros sentimientos. Eso sí, solo de un modo superficial, dado que interiormente algo le dice que está mal aunque no sabe ni el qué ni el porqué.

Es el supuestamente vivo quien se hace las preguntas de ¿Por qué ha partido? ¿Regresará o su ausencia será para siempre?; pero lo único importante es que deberá continuar con su trabajo de vivir primero y despertar después. Cuando despierte, con la imprescindible colaboración de su alma gemela, podrá parar la llamada rueda del Samsara y que nada o poco tiene que ver con la denominada Reencarnación, ya obsoleta para el conocimiento gnóstico de estos últimos tiempos.

¿Existe un castigo por nuestras malas acciones? ¿Existe un premio por nuestras buenas acciones? Podría ser así, en caso de que el Ser Interno, el Dios único y verdadero lo hubiese programado así y estuviésemos sujetos a la acción de nuestras consciencias; pero si esto no es así, el Castigo quedará, evidentemente, impune y los supuestos premios también serán inexistentes. Más clarito el agua del manantial.

Lo de los premios y los castigos son subterfugios que usan algunos listillos para que basados en una simple ilusión actuemos como ellos desean, les allanemos el camino de su propia Vida y puedan pasar por el Mundo como si de un Recreo más que una Clase de escuela se tratara. No existe la Reencarnación; pero sí un bucle existencial que podemos parar entre todos; pero para ello hay que despertar, encontrar al Alma Gemela y en íntima comunión mandar nuestra energía de la Serpiente tántrica hasta nuestra Estrella cósmica. Nuestro Eón, es de lo que se trata, despertará con un profundo y sonoro bostezo que, como una reacción en cadena, despertará al resto de sus dormidos hermanos. Llegados a este punto, se unirán como una sola cosa y que no es  otra que la que penetró en esta burbuja espaciotemporal, como un Big Bang, y desaparecerán, como un Big Crunch, llevándose consigo todo lo existente, no dejando nada, para retornar al Mundo Original o Pleroma, de donde somos todas las porciones de un mismo Espíritu originarios.

Por lo tanto, nuestro consejo podría plasmarse del siguiente modo: Sigue la Vida, construyendo, según te dicte tu propia consciencia con la mirada puesta en ese algo superior del que tanto tú como yo formamos parte. El resto es todo complicación y lo complicado, que no pudiera ser entendido por un niño chico, sobra y no es otra cosa que tara añadida que nos impedirá el despegue para nuestro deseado regreso. Por cierto, si no funcionan  las leyes de Causa y Efecto para nosotros, en hipotéticas vidas posteriores, menos lo hacen para los clones o figurantes de cartón piedra que nosotros mismos pusimos en el escenario con el fin de llevarnos a las más variopintas experiencias y que desaparecen vida tras vida.

OJOS